Lunes, 15 de diciembre
«Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?» (Mt 21, 25).
Jesús no necesita títulos humanos para mostrar su autoridad, pues su fuerza está en las obras de amor y en la fidelidad al Padre. Los jefes del pueblo no lo reconocieron porque tenían el corazón cerrado.
En este Adviento abrimos nuestra vida a su Palabra con humildad y confianza, para no quedarnos en dudas o excusas, sino acogerlo como al Señor que viene a salvarnos
Ven, Señor Jesús, y haznos dóciles a tu voluntad.
Martes, 16 de diciembre
“Los publicanos y prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios” (Mt 21,31)
Lo esencial no son las palabras, sino las obras. Como en la parábola de los dos hijos, podemos prometer y no cumplir, o incluso resistirnos al inicio, pero luego obedecer al Señor.
El Adviento es un tiempo de conversión: dejar excusas y contradicciones para responder con hechos de amor. El Señor siempre acoge a quienes vuelven a Él con un corazón sincero, y cada día nos ofrece la oportunidad de cambiar.
Espíritu Santo, rompe nuestras resistencias interiores, disipa los miedos, derriba nuestras justificaciones y enciende el fuego del Evangelio en nuestro corazón
Miércoles, 17 de diciembre
“Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán. Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará…Salmón engendró, de Rahab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé engendró a David, el rey. David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón… Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatie… Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo” (Mt 1, 1-17).
La genealogía de Jesús proclama que Dios salva entrando en la historia concreta, con luces y sombras, mujeres y varones, santos y pecadores. Adviento nos invita a leer nuestra “genealogía” con misericordia: ahí actúa Dios
Tú que entraste en la historia humana para llenarla de esperanza, haz de nuestra vida parte viva de tu genealogía de amor. |
Jueves, 18 de diciembre
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados» (Mt 1,20-21).
José enseña en el camino del Adviento a escuchar, discernir y obedecer a Dios. No entiende todo, pero confía y acoge a María y al Niño. Así, la promesa se hace historia concreta y “Dios-con-nosotros” entra en su casa.
Padre bueno, como a José, infúndenos tu Espíritu para escuchar sin miedo y obedecer con amor.
Viernes, 19 de diciembre
“Y se le apareció el ángel del Señor… le dijo: No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor… Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo: Así me ha tratado el Señor cuando se ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres” (Lc 1, 5-25).
El silencio de Zacarías se convierte en signo de transformación: de la duda nace la confianza, y de la espera brota la fe y la alabanza. La oración abre espacio a la sorpresa de Dios, que convierte la esterilidad en fecundidad. Así, la esperanza se alimenta en la paciencia, el servicio humilde y la alegría compartida. Dios escucha siempre, y su misericordia renueva la vida de quienes confían en Él.
Señor, fortalece nuestra esperanza, cura nuestras dudas
Sábado, 20 de diciembre
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. “porque para Dios nada hay imposible”» (Lc 1,26-38).
El anuncio del ángel nos revela la ternura de Dios, que entra en la historia con delicadeza y pide la colaboración de una joven sencilla. María se abandona en la confianza y responde con su “Hágase”. Con ese sí abre las puertas a la Encarnación y se convierte en Madre del Emmanuel, Dios-con-nosotros.
Virgen María, Madre de la esperanza, intercede por nosotros, para que vivamos este Adviento con alegría confiada y nos preparemos a recibir a tu Hijo que viene a salvarnos. |