Comentarios de Evangelio

14 de diciembre de 2025
III Domingo de Adviento - A
(Is 35, 1-6a.10; St 5, 7-10; Mt 11, 2-11)

Comentarios de Evangelio
"Relais d'Évangile"

Antiguamente en la revista " Le Règne de Jésus par Marie "

Gracias a todos los cooperadores Montfortianos

Noviembre (Ciclo C)

2 de noviembre - Conmemoración Difuntos

9 de noviembre - Dedicación Basilica de Latran

16 de noviembre - XXXIII Domingo T. O.

.
23 de noviembre- Cristo Rey

30 de noviembre - I Domingo de Adviento

Diciembre (Ciclo C)

7 de diciembre - II Domingo de Adviento

14 de diciembre - III Domingo de Adviento

21 de diciembre - IV Domingo de Adviento

28 de diciembre - La santa Familia

- Oración (La misa de cada día: Josep Otón Catalá)

14 de diciembre

Dios y Padre nuestro, que vienes a salvarnos,
nos gustarla tener la alegría de Isaías
cuando anunciaba la proximidad de la salvación
y de tu presencia en medio del pueblo.
Quisiéramos tener su capacidad de alentar
y de dar esperanza a los desanimados.
y nosotros tenemos más motivos
que Isaías y que todos los antiguos profetas,
porque Jesucristo ya ha venido.
Ayúdanos, Padre, a ser, como Juan Bautista,
profetas que sepamos decir en tu nombre
una palabra creíble para el mundo de hoy.
Ayúdanos, sobre todo, a ser, como Jesús,

 

personas y comunidades de fe
capaces de provocar preguntas
en todos los que nos rodean
y que buscan un sentido a la vida y al mundo.
Ayúdanos a saber llevar la Buena Noticia
de tu amor y de tu esperanza
a quienes lo ven todo negativo.
Que celebremos la Navidad hacienda posible
que tu palabra, que es fuente de vida,
sea acogida y vivida en cada corazón
y que la Buena Nueva de Jesús
arraigue más profundamente entre nosotros.

Ciclo C

Adviento 2025:

I

d

Un abrazo, mi oración y mucha salud. Antón

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Lectura orante del Evangelio: Mt 11, 2-11

Jesús no puede estar en un lugar sin irradiar (Carlos de Foucauld)

José Antonio Nieto (España)

‘¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?’
Juan duda, pero convierte la duda en búsqueda, en pregunta. Con esta pregunta, de un Juan Bautista desconcertado, en la oscuridad de la cárcel, comenzamos a orar: ‘¿Eres tú?’. Es una pregunta honrada, necesaria, inquietante que hacemos en un mundo que ni niega ni cree en Dios: ¿Eres tú, Jesús, nuestro Tú? ¿Es a ti a quien tenemos que esperar? Hacemos la pregunta y nos quedamos en silencio, a la escucha de la respuesta de Jesús, sin prisa: ¿Qué tiene que ver tu vida con la nuestra? ¿Eres tú quien puede darnos la alegría? ¿Eres nuestro Salvador? Juan de la Cruz, en la oscuridad de la cárcel de Toledo, cantó, enamorado, su fe:
Que bien sé yo la fonte, que mana y corre, aunque es de noche.   

‘Id y anunciad a Juan lo que habéis visto y oído’.
¡Qué pedagogía tan sorprendente la de Jesús! Nos regala la mirada de los pobres para ver y descubrir en ellos la presencia del Reino. Nunca hubiéramos imaginado que esta mirada fuera tan liberadora y que trajera tanto gozo. Jesús nos saca a la calle, como nuevo escenario de la oración itinerante. Nos invita a aprender los nombres de los últimos, a conocer sus historias, a mirarlos con ternura. Nos empuja a hacer lo mismo que él hizo: compartir con los perdidos un cariño entrañable, anunciar a los pobres el Evangelio. Aquí está la fuente de la alegría, de aquí brota el gaudete, ale-

graos, de este domingo. Jesús se manifiesta en signos frágiles y pobres, y ahí debe ser buscado, amado y servido, visto y oído. Los pobres son nuestra escuela de oración; junto a ellos aprendemos a ser narradores de la alegría del Evangelio. Nuestro apostolado es el apostolado de la bondad.
Es más precioso delante de Dios y del alma un poquito de este puro amor y más provecho hace a la Iglesia, aunque parezca que no hace nada, que todas esas otras obras juntas (Juan de la Cruz).

¡Dichoso el que no se escandalice de mí!
¡Dichosos si no nos escandalizamos de la forma de amar de Jesús, tan divina, tan humana! ¡Dichosos si creemos en el misterio de la Encarnación y nos dejamos educar por esta nueva sensibilidad del Reino! ¡Dichosos si nos descalzamos ante el misterio del Otro, con mayúscula, y de los otros, con minúscula! ¡Dichosos si nos abajamos para ver, en los que están abajo, el rostro del que se abajó, por amor, hasta nosotros! ¡Dichosos si nos decidimos a acentuar el Evangelio! ¡Dichosos si sabemos conjugar una vida eucarística de adoración con el reconocimiento de Jesús en los pequeñitos de la tierra! ¡Dichosos si preparamos la Navidad con un Adviento de ternura y de misericordia!
Cristo es mío y todo para mí, es el grito de amor de Juan de la Cruz. Gaudete, alegraos.

¡Feliz Adviento! ¡Ven Señor, Jesús!
Un abrazo, mi oración y salud. Antón

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EVANGELIO DÍA A DÍA

Lunes, 15 de diciembre
«Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?» (Mt 21, 25).

Jesús no necesita títulos humanos para mostrar su autoridad, pues su fuerza está en las obras de amor y en la fidelidad al Padre. Los jefes del pueblo no lo reconocieron porque tenían el corazón cerrado.
En este Adviento abrimos nuestra vida a su Palabra con humildad y confianza, para no quedarnos en dudas o excusas, sino acogerlo como al Señor que viene a salvarnos

Ven, Señor Jesús, y haznos dóciles a tu voluntad.

Martes, 16 de diciembre
“Los publicanos y prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios” (Mt 21,31)

Lo esencial no son las palabras, sino las obras. Como en la parábola de los dos hijos, podemos prometer y no cumplir, o incluso resistirnos al inicio, pero luego obedecer al Señor.
El Adviento es un tiempo de conversión: dejar excusas y contradicciones para responder con hechos de amor. El Señor siempre acoge a quienes vuelven a Él con un corazón sincero, y cada día nos ofrece la oportunidad de cambiar.

Espíritu Santo, rompe nuestras resistencias interiores, disipa los miedos, derriba nuestras justificaciones y enciende el fuego del Evangelio en nuestro corazón

Miércoles, 17 de diciembre
“Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán. Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará…Salmón engendró, de Rahab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé engendró a David, el rey.  David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón… Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatie…  Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo” (Mt 1, 1-17).  

La genealogía de Jesús proclama que Dios salva entrando en la historia concreta, con luces y sombras, mujeres y varones, santos y pecadores. Adviento nos invita a leer nuestra “genealogía” con misericordia: ahí actúa Dios

Tú que entraste en la historia humana para llenarla de esperanza, haz de nuestra vida parte viva de tu genealogía de amor.

Jueves, 18 de diciembre
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados» (Mt 1,20-21).
José enseña en el camino del Adviento a escuchar, discernir y obedecer a Dios. No entiende todo, pero confía y acoge a María y al Niño. Así, la promesa se hace historia concreta y “Dios-con-nosotros” entra en su casa.
Padre bueno, como a José, infúndenos tu Espíritu para escuchar sin miedo y obedecer con amor.

Viernes, 19 de diciembre  
 “Y se le apareció el ángel del Señor…  le dijo: No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor… Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo: Así me ha tratado el Señor cuando se ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres” (Lc 1, 5-25). 
El silencio de Zacarías se convierte en signo de transformación: de la duda nace la confianza, y de la espera brota la fe y la alabanza. La oración abre espacio a la sorpresa de Dios, que convierte la esterilidad en fecundidad. Así, la esperanza se alimenta en la paciencia, el servicio humilde y la alegría compartida. Dios escucha siempre, y su misericordia renueva la vida de quienes confían en Él.
Señor, fortalece nuestra esperanza, cura nuestras dudas

Sábado, 20 de diciembre
 «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».  «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. “porque para Dios nada hay imposible”» (Lc 1,26-38).

El anuncio del ángel nos revela la ternura de Dios, que entra en la historia con delicadeza y pide la colaboración de una joven sencilla. María se abandona en la confianza y responde con su “Hágase”. Con ese sí abre las puertas a la Encarnación y se convierte en Madre del Emmanuel, Dios-con-nosotros.

Virgen María, Madre de la esperanza, intercede por nosotros, para que vivamos este Adviento con alegría confiada y nos preparemos a recibir a tu Hijo que viene a salvarnos.