Comentarios de Evangelio

23 de noviembre de 2025
33° domingo del Tiempo Ordinario - C
(2 S 5, 1-3; Sal 121 (122); Col 1, 12-20; Lc 23, 35-43)

Comentarios de Evangelio
"Relais d'Évangile"

Antiguamente en la revista " Le Règne de Jésus par Marie "

Gracias a todos los cooperadores Montfortianos

Octobre (Ciclo C)

5 de octubre - XXVII Domingo Ordinario

12 de octubre - XXVIII Domingo Ordinario

19 de octubre - XXV Domingo Ordinario

26 de octubre - XXVI Domingo Ordinario

Noviembre (Ciclo C)

2 de noviembre - Conmemoración Difuntos

9 de noviembre - Dedicación Basilica de Latran

16 de noviembre - XXXIII Domingo T. O.

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23 de noviembre- Cristo Rey

30 de noviembre - I Domingo de Adviento

- Oración (La misa de cada día: Josep Otón Catalá)

23 de noviembre

Señor Jesucristo, Rey nuestro,
como el malhechor que moría a tu lado,
te pedimos que te acuerdes de nosotros.
Lo hacemos conscientes de que somos nosotros
los que no podemos olvidarnos de ti.
Te pedimos que nos ayudes
a fijar en ti la mirada y el corazón
para que, guiados por el Espíritu Santo
podamos seguir tus huellas
y aprendamos de ti a perdonar y a amar,
a confiar total mente en el amor del Padre,
a valorar las personas y a trabajar
por el bien y la felicidad de nuestros hermanos;
a tener como supremo honor

 

el servicio a los necesitados,
como tú te hiciste servidor de todos.
Todos deseamos el paraíso que prometiste
a aquél que te reconoció como Rey.
Ayúdanos a vencer la tentación
de querer construir paraísos sin ti,
que nos hacen menos humanos y mas esclavos.
Auméntanos la esperanza y el deseo
de llegar contigo al paraíso,
el mejor regalo que deseas ofrecernos.
y auméntanos también la certeza
de que, contigo, ya podemos hacer
de nuestra casa y de nuestro mundo
un pequeño ensayo del paraíso.

Ciclo C

DOMINGO DE JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO

Concluimos el año litúrgico. Nos ha acompañado Lucas, el evangelista de la ternura de Dios, de la misericordia, de la fuerza y alegría del Espíritu, de la oración, de la evangelización de los pobres y marginados, de la mujer y de los paganos; y también el evangelista de María. Nos presenta en torno a la Cruz un diálogo impresionante. Sobre un montículo, a las afueras de Jerusalén, está Jesús crucificado. Desde allí, humillado, sufriente y encarnizado, reina al servicio de la vida del hombre por quien se había encarnado. Estamos ante una grandiosa escena de misericordia en el momento cumbre de la vida terrena de Jesús: allí se nos enseña de qué manera Jesús es Rey. Una lección para no olvidar.

Respuesta a la Palabra

¿Por qué esta fiesta está ligada al acontecimiento de la Cruz?

¿Cómo puedo hacer mío el camino del buen ladrón?
¿Qué implica para mí esta proclamación si estoy viviendo una enfermedad, una situación difícil que estremece mi fe?

Orar la Palabra
“¡Oh Rey de gloria, y Señor de todos los reyes, como no es vuestro reino armado de palillos, pues no tiene fin! ¡Cómo no son menester terceros para vos! Con mirar vuestra persona, se ve luego que sois solo el que merecéis que os llamen Señor… ¡Oh Señor mío! ¡Oh Rey mío! ¿Quién supiera ahora representar la majestad que tenéis?” (Santa Teresa, Vida 37,6-7).
Contar al mundo la nueva manera de vivir. Testigos.
Dios reina desde el amor. A este Rey sí  que vale la pena seguirlo.

Feliz Fiesta de Jesucristo Rey del Universo.
Un abrazo, mi oración y mucha salud. Antón

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Lectura orante del Evangelio: Lc 23, 35-43

“¡Oh mi Cristo amado! Quisiera amarte hasta morir de amor” (Isabel de la Trinidad)

José Antonio Nieto (España)

‘Las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo: ‘A otros ha salvado; que se salve a sí mismo’. 
Jesús y su evangelio están crucificados. Un Rey está en la cruz sin poder aparente, pero es Señor de la creación. Lo han dejado desnudo, pero de su pecho abierto mana una fuente de vida. Su manera de vivir está crucificada, pero nosotros acogemos la centralidad de Jesucristo en los pensamientos, las palabras y las obras, para que sean palabras, pensamientos y obras de Cristo. Los pobres del mundo, las mujeres maltratadas, los niños sin juegos ni risas, los refugiados... están crucificados, pero Jesús los abraza desde la cruz y en torno a Él se construye el pueblo nuevo.
¡Oh mi Cristo amado, crucificado por amor!” (Isabel de la Trinidad).   

“Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: ‘Este es el Rey de los judíos’. 
Tenemos delante algo inaudito y desconcertante. Jesús está callado, habla la cruz, símbolo del amor entregado. La cruz no es un adorno, es un aguijón que provoca. El reino de Jesús no es de gloria y poder, sino de servicio, amor y entrega. Tremenda paradoja en la que nuestra fe está llamada a madurar. Besar la cruz sin cargar con ella, besar la cruz sin besar a los crucificados, ¿no será prolongar la burla de los que se mofaban de Jesús? ¿Entenderemos la manera de Jesús de amar hasta el extremo? ¿Se acercará hoy nuestra sociedad, herida, indignada y en lucha, a la cruz de Jesús? 
“¡Oh mi Cristo amado!, ven a mí como Salvador” (Isabel de la Trinidad).

‘Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino’.
Impresionante icono para vivir en la entrañable miseri-

cordia. En medio de tantas burlas, se levanta una invocación distinta, un grito orante: ¡Jesús! La noche es rota por el grito de fe de un pobre. Un bandido se atreve a mirar a Jesús. Cuando ya nada esperaba, se encuentra con Jesús y todo cambia. Hoy nos vendrá bien recordar nuestra historia y mirar a Jesús, y decirle: ‘Acuérdate de mí, Señor, tú que estás en el centro, tú que estás en tu Reino’. El Espíritu Santo nos lleva a la esperanza completa. “¡Oh mi Cristo amado! Quiero vivir sin apartarme nunca de tu inmensa luz” (Isabel de la Trinidad).  

Jesús le respondió: ‘Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso’. 
Jesús crucificado promete salvación a uno que estaba perdido. Su último aliento de misericordia es para él. ¿Hay mejor signo de la salvación de Jesús? ¿Hay mejor propuesta para los que queremos ser sus amigos? ¿Hay promesa que nos dé más esperanza? La muerte de Jesús no es un fracaso, es el triunfo de la vida y de una manera de vivir amando hasta darlo todo. Ahora ni Jesús ni el buen ladrón están solos; los dos, como mendigos de amor, entran juntos a recibir el abrazo del Padre. A nosotros nos queda vivir de otra manera. La salvación se manifiesta en la imitación de las obras de misericordia mediante las cuales Jesús ha realizado el Reino. Quien las cumple demuestra que ha recibido la realeza de Jesús, porque ha hecho espacio en su corazón al amor de Dios. “Que yo sea para Cristo una humanidad, en la que Él pueda renovar todo su misterio” (Isabel de la Trinidad).

¡Feliz Domingo en la fiesta de Cristo Rey!
Un abrazo, mi oración y salud. Antón

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EVANGELIO DÍA A DÍA

Lunes, 17 de noviembre
“¡Jesús hijo de David, ten compasión de mí! (Lc 18,38)
El Reino de Dios y su misericordia siguen actuando en la vida de Jesús, sobre todo cuando se encuentra con la fe de un ser humano pobre y necesitado. Grita a Jesús que necesitas su compasión y acoge a los están en los bordes del camino.

Jesús, abre los ojos de mi corazón a la fe en ti, para que te siga por el camino alabando y glorificando tu nombre.

Martes, 18 de noviembre
“Zaqueo, baja enseguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa” (Lc 19,5)
Jesús, el Hijo del hombre salva lo perdido, lo despreciado, lo que no cuenta ante los ojos humanos. Cuando Jesús viene a habitar tu casa, a hospedarse contigo, te invita también a cambiar de vida, a ser compasivo, como lo es el Padre del cielo.

Jesús, ven a mi corazón, siéntate a mi lado, desata mis egoísmos y avaricias. Que tu salvación me haga misericordioso/a y solidario/a.

Miércoles, 19 de noviembre
“Negociad mientras vuelvo” (Lc 19,13)
En esta parábola hay una llamada a trabajar incansablemente por el Reino. En este tiempo de la Iglesia debemos hacer fructificar los dones que el Señor nos ha dado a cada uno/a. No temas ante Jesús, Señor de la vida y de la muerte. No viene a condenar sino a invitarte a vivir el riesgo de fe y a producir frutos de amor.

Gracias, Señor, por todo lo que cada día recibo de ti. Gracias por la vida, la fe, la esperanza. Gracias por la alegría y la fraternidad. Gracias por la Eucaristía.

Jueves, 20 de noviembre
“¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! (Lc 19,42)
La ciudad de Jerusalén, cuyo nombre significa paz, no reconoce la visita de Jesús, el agente de la paz enviado por Dios. Reconoce y acoge el mensaje salvador de Jesús. Su Palabra trae la paz y la justicia. Su vida es una parábola de paz y de comunión.
Hazme un instrumento de tu Paz. Donde haya odio, siembre yo el amor. Donde haya tristeza, siembre yo la alegría. Donde haya desunión siembre yo el perdón. Donde haya pena siembre el consuelo.

Viernes, 21 de noviembre
PRESENTACIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
“Mi casa es casa de oración” (Lc 19,46). 
Jesús hace del templo el lugar de su enseñanza. Habla abiertamente de la voluntad del Padre y del auténtico culto. Acoge la Palabra de Jesús. Ora al Padre en espíritu y en verdad allí donde te encuentres, a lo largo de tu jornada de trabajo. 
Que tu Reino, Señor se haga presente en mi vida de cada día. Purifica mi corazón, y haz de mi vida un lugar donde el hermano se encuentre contigo.

Sábado, 22 de noviembre
“No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos” (Lc 20,38)
Jesús afirma que la resurrección no es una simple continuación de la vida, sino una vida nueva y distinta, una vida de plenitud. Jesús te invita a asumir tu compromiso por la vida porque el Dios en el que crees es un Dios de vivos. Es el Dios de la Vida.
Resucítame, Señor, con tu Espíritu. Vivifícame, Señor, con tu Espíritu. Transfórmame, Señor, con tu Espíritu, Ilumíname, Señor, con tu Espíritu Para ser testigo de la vida en el mundo.