Comentarios de Evangelio

30 de noviembre de 2025
I Domingo de Adviento - A
(Is 2,1-5; Ps 121 (122), 1-2, 3-4ab, 4cd-5, 6-7, 8-9; Rm 13,11-14a; Mt 24,37-44)

Comentarios de Evangelio
"Relais d'Évangile"

Antiguamente en la revista " Le Règne de Jésus par Marie "

Gracias a todos los cooperadores Montfortianos

Octobre (Ciclo C)

5 de octubre - XXVII Domingo Ordinario

12 de octubre - XXVIII Domingo Ordinario

19 de octubre - XXV Domingo Ordinario

26 de octubre - XXVI Domingo Ordinario

Noviembre (Ciclo C)

2 de noviembre - Conmemoración Difuntos

9 de noviembre - Dedicación Basilica de Latran

16 de noviembre - XXXIII Domingo T. O.

.
23 de noviembre- Cristo Rey

30 de noviembre - I Domingo de Adviento

- Oración (La misa de cada día: Josep Otón Catalá)

30 de noviembre

Dios y Padre nuestro, queremos expresar
la alegría de poder caminar hacia tu casa,
sabiendo que vivir en tu casa
es estar en comunión contigo
y tener el corazón abierto para aprender
cuáles son hoy tus caminos
y cómo podemos caminar a tu luz.
Jesús nos advierte que estemos atentos
y siempre dispuestos a vivir de tu palabra.
Por eso te pedimos, Padre,
que despiertes en nosotros el deseo
de descubrir cada día cuál es tu camino,
el camino que nos con duce a la paz,
que nos hace superar las idolatrías de hoy,

 

que hace vivir a la humanidad con alegría
y de modo mas fraterno,
que ofrece esperanza en medio del desanimo.
Que el Adviento que hoy empieza la Iglesia
renueve y fortalezca nuestra esperanza.
Que la certeza de que Jesús ha venido
y está presente en nuestro mundo
nos mueva a ser sus testigos,
sabiendo vivir y comunicar a los demás
la alegría y la belleza de la fe,
la confianza de ser amados como hijos,
la felicidad de dedicar la vida
a la construcción del Reino
sirviendo a nuestros hermanos y hermanas.

Ciclo C

Adviento 2025:
Esperanza de cielo tanto alcanza cuanto espera

«Esperanza de cielo tanto alcanza cuanto espera»
(San Juan de la Cruz, Poesía 6,4)

Nos reunimos en este comienzo del Adviento para encender, en medio de nuestro tiempo, la luz de la esperanza. Lo hacemos acogiendo la palabra serena y firme de san Juan de la Cruz, quien nos recuerda que «esperanza de cielo, tanto alcanza cuanto espera». En esta frase breve, el santo del Carmelo recoge la certeza profunda de que el corazón humano es capaz de recibir de Dios en la misma medida en que se atreve a esperar en Él.
El Adviento es precisamente esta escuela de esperanza. No una esperanza ingenua ni pasajera, sino aquella que nace del silencio, de la mirada puesta en lo alto y del deseo de Dios que crece en lo hondo del alma. San Juan de la Cruz enseña que la esperanza es la virtud que mantiene el alma levantada hacia lo que aún no ve, pero que sabe cierto porque se apoya en la fidelidad de Dios. Y cuanto más se abre el corazón, más puede Dios derramar su gracia.

¿Con el Pregón de Adviento, queremos dejarnos tocar por esta promesa. Que en el silencio podamos escuchar la voz que llama: la voz que invita a mantener encendida la lámpara, a velar en lo cotidiano, a esperar con un corazón que sabe que lo que viene es mayor que cualquier cansancio o noche.
Este tiempo santo es una puerta abierta. Dios viene. Y nuestra esperanza —esa que se alimenta de la oración, del deseo, de la confianza— será el vaso que recibirá la luz que Él trae.

«Esperanza de cielo, tanto alcanza cuanto espera».

Que en esta espera encontremos la fuerza, la serenidad y la alegría que sólo Dios puede dar.

Feliz Adviento,
aprovechemos este tiempo hermoso.
Un abrazo, mi oración y mucha salud. Antón

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Lectura orante del Evangelio: Mateo 24,37-44

Estoy sobre la palma de tu mano, jugando como un niño;
no la quites, Señor, fuera de ella
ha tendido la nada sus abismos (Pablo Fernández)

José Antonio Nieto (España)

Cuando venga el Hijo del hombre pasará como en los días de Noé’.
Ninguna crisis puede detener el empuje del Espíritu que invita a los pueblos de la tierra a caminar al encuentro con Dios. Noé era el hombre que todo lo miraba a la luz de la Palabra; estaba atento a lo esencial. La fidelidad del Señor recrea el horizonte de la esperanza, colma de alegría nuestro vacío profundo. En este viaje nos acompañan José y María, que llevan en su corazón toda la esperanza de Dios. En este viaje nos acompaña san Juan de la Cruz:
La esperanza tanto alcanza cuanto espera. 

‘Cuando menos lo esperaban llegó el diluvio’.
Es verdad que, en un instante, nuestras seguridades pueden resquebrajarse dejándonos en el vacío. Pero es más verdad que somos infinitamente amados por Dios; más allá de todo lo que pasa y se muda, estamos en sus manos amorosas, Dios no se muda. El Señor es fiel, nunca decepciona. Alentados por la fantasía de la misericordia de nuestro Dios, pensemos y sintamos esta belleza. En el Adviento abramos el corazón a la confianza que da saber que somos amados por Dios.
Donde no hay amor, pon amor y sacarás amor.  

‘Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor’.
Velar
es la palabra clave. El Señor, camino y meta de nuestra peregrinación, es la belleza de nuestra esperanza, siempre nos espera. Si sentimos la mano

camorosa del Padre que acoge y abraza, el Adviento será un tiempo nuevo que nos permitirá alcanzar nuestro ser más verdadero. El Espíritu, con su cercanía de amigo, nos empuja a crear espacios de encuentro. Jesús, que viene como aurora, ahuyenta nuestra noche y nos da el sentido de la vida. La oración nos permite estar en vela mirando que este mundo, tan lleno de contradicciones, sigue siendo el mundo que Dios ama. Es hora de despertar, de ir más allá, de abrir bien los ojos para consolar a los que sufren.
Se trata de vivir con atención plena, amorosa, quieta, serena, pacífica al modo de Dios (Llama, 3.34).

‘Estad preparados’.
El Espíritu es experto en suscitar esperanzas en el aquí y ahora. El momento presente es digno recipiente de gracia gratuita y solidaria. La oración nos ayuda a desentrañar la presencia de Jesús que se acerca y trae la alegría. Un pequeño deseo de Dios que crece en el corazón, una pequeña llama de amor viva al Señor, un pan compartido con los pobres, mirar, escuchar, acompañar y curar las heridas de los que sufren: todo eso y mucho más es oración. Dejémonos guiar por María en este tiempo de espera y vigilancia activa. El final será un abrazo.
Por eso me holgaré que no te tardarás si yo espero (San Juan de la Cruz).

¡Feliz Domingo de Adviento! ¡Ven Señor, Jesús!
Un abrazo, mi oración y salud. Antón

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EVANGELIO DÍA A DÍA

Lunes, 24 de noviembre
“Esa pobre viuda, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir” (Lc 21, 4).
Jesús, que penetra el corazón humano, se ha dado cuenta de la profundidad de la ofrenda de la viuda. Da todo lo que tiene para vivir poniendo su confianza totalmente en Dios. Está libre de toda ansia de posesión. Jesús se siente alentado, en la entrega de su vida, por este gesto de amor tan gratuito y escondido de esta mujer pobre.
Enséñame, Señor, a mirar los pequeños gestos de tantas personas que entregan vida y a descubrir la belleza de las cosas sencillas.

Martes, 25 de noviembre
“Cuidado con que nadie os engañe” (Lc 21,8).
Lucas exhorta a la comunidad cristiana a vivir en alerta ante posibles signos engañosos, a poner los ojos en Jesús y a recorrer su camino con coraje y valentía, en medio de las pruebas y dificultades del momento presente. Jesús es tu Salvador, deja que su Amor te libere de todos tus temores y esclavitudes.
Tú me invitas, Señor a dejar mi vida en tus Manos, a vivir con esperanza el momento presente y a hacer de este mundo un mundo de vida y de paz.

Miércoles, 26 de noviembre
“Yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro” (Lc 21, 15).
Jesús anuncia las persecuciones de la comunidad cristiana y le asegura la protección incesante de Dios, si persevera en su vida y testimonio. En los momentos de prueba, persecución, acusaciones falsas, confía tu causa al Señor, verás que el Espíritu Santo pone en tu boca las palabras adecuadas y la fuerza necesaria para afrontar esa situación.

Te confío mi vida, con todo el amor de que soy capaz. Dame tu sabiduría para conocer y amar tu voluntad.

Jueves, 27 de noviembre
“Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación” (Lc 21,28).
A pesar del lenguaje apocalíptico y catastrófico, la venida del Hijo del hombre es un acontecimiento de liberación. Acoge con esperanza la salvación que Dios te ofrece en los duros y complejos acontecimientos históricos humanos.

En la fragilidad de mis tareas y compromisos me muestras tu Rostro, Señor, de la Vida y de la Historia. Me invitas a llevar contigo la cruz de cada día.

Viernes, 28 de noviembre
“Mis palabras no pasarán” (Lc 21,33).
No sabemos ni el día, ni la hora de los acontecimientos que ocurrirán al final de los tiempos. Jesús nos invita a confiar en su Palabra, viva y eficaz, que permanecerá siempre: antes, durante y después de los signos que anuncian el fin. Fíjate en lo que te sucede cada día y descubre en los acontecimientos, grandes o pequeños, la presencia del Reino de Dios, que te invita a vivirlo todo con esperanza.

Enséñame, Señor, a mirar la vida con tus ojos, a ver las cosas, como Tú las ves. Dame luz para ver las semillas de vida que ya están brotando en el mundo.

Sábado, 29 de noviembre
“Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza” (Lc 21, 36)
El creyente tiene que vivir siempre en vela, como el servidor que espera en cualquier momento la vuelta de su señor. Ora incesantemente para que no caigas en la tentación de abandonar el camino del seguimiento de Jesús.

¡Ven, Espíritu Santo! Ora en mi interior. Mantén despierta mi fe. Alienta mi esperanza. Aviva la llama de mi amor. Hazme generoso/a en la entrega a los demás.