Comentarios de Evangelio

7 de diciembre de 2025
II Domingo de Adviento - A
(Is 11, 1-10; Sal 71; Rm 15, 4-9; Mt 3, 1-12)

Comentarios de Evangelio
"Relais d'Évangile"

Antiguamente en la revista " Le Règne de Jésus par Marie "

Gracias a todos los cooperadores Montfortianos

Noviembre (Ciclo C)

2 de noviembre - Conmemoración Difuntos

9 de noviembre - Dedicación Basilica de Latran

16 de noviembre - XXXIII Domingo T. O.

.
23 de noviembre- Cristo Rey

30 de noviembre - I Domingo de Adviento

Diciembre (Ciclo C)

7 de diciembre - II Domingo de Adviento

14 de diciembre - III Domingo de Adviento

21 de diciembre - IV Domingo de Adviento

28 de diciembre - La santa Familia

- Oración (La misa de cada día: Josep Otón Catalá)

7 de diciembre

Tú, Señor, vienes con poder.
Isaías y Juan Bautista coinciden
en la fuerza y en la seriedad de su mensaje,
y nos llaman a convertirnos, a volver a ti,
a transformarnos, a conmocionarnos,
porque ya es inminente una realidad
que en gran parte ignoramos y nos supera,
que debería imponernos: tu Reino.
Ayúdanos a revisar nuestra ruta:
¿debemos cambiar de dirección, o afinarla?
¿No es muy pobre nuestra cosecha de frutos?
¿No es escaso el cultivo de la austeridad debida?
Nuestro pecado, inconsciente, inconfesable,
es el habernos acostumbrado a prescindir de ti.
No nos permitas ser tan insensibles.
Devuélvenos, oh, Dios,
el Espíritu del santo bautismo,
de un cristianismo de hechos, y de fuego.

8 de diciembre

Te damos gracias y te bendecimos,
Dios y Padre de Jesucristo y nuestro,
porque es propio de ti bendecir a todos
y hacernos participar de tu vida;
porque tu únicamente actúas movido
por tu amor fiel a toda la humanidad.
Te damos gracias porque has llenado a María
de tu amor y de la presencia del Espíritu Santo
y porque en ella has vencido el mal
que mancha nuestras vidas.
Te agradecemos también por la disponibilidad
y obediencia activa y libre de María,
que ha cooperado y coopera a que Jesús
esté presente en nuestro mundo.
Concédenos, Padre, seguir el ejemplo
de María, madre de Jesús y nuestra,
madre de la Iglesia y de toda la humanidad.
Que aprendamos de María a no tener miedo
de acoger con corazón abierto tu llamada;
a confiar en que tu actúas en el mundo
cuando nos abrimos totalmente a tu amor
y nos ponemos en actitud de servicio.
Que María sea para toda la Iglesia
y para cada creyente imagen y modelo
del camino que queremos seguir
como discípulos de Jesús.
Que, como María, la Iglesia sea
portadora de vida y de esperanza.

Ciclo C

Adviento 2025:

Invocación al Espíritu
Quiero pedir para vosotros el Espíritu Santo. Que el Espíritu Santo descienda sobre vosotros y podáis todos decir lo más pronto posible que el Espíritu Santo es vuestro amigo, vuestra luz, que él es vuestro maestro. Es lo que os deseo a todos, es lo que pido y seguiré pidiendo (Bto. María Eugenio del Niño Jesús).

Para disponer el corazón.
La voz del Señor se sienta por encima del aguacero (Sal 28). Porque esta es la propiedad del amor: escudriñar todos los bienes del Amado (San Juan de la Cruz, LB 2,4).

A la espera de la Palabra. Con la lámpara encendida.
De una forma organizada y didáctica, propia de Mateo, encontramos un resumen inicial que nos dice de dónde y en dónde aparece Juan (primera parte), seguido de una

descripción del profeta (segunda parte) y, finalmente, nos presenta su predicación (tercera parte). ¿Juan es el precursor de Jesús. Tarea de cada uno es reconocer a este profeta en personas y situaciones del presente. El Adviento es una invitación a mirar de otra forma la realidad de siempre, reconociendo en ella las promesas de Dios, que siguen vigentes. El Adviento es una invitación a soñar un tiempo mejor.
Juan nos prepara para definirnos frente a Jesús y su reino. Esto implica un cambio. ¿Qué es lo que debe cambiar?
Juan se encaró con las autoridades, no se acomodó. ¿Qué hay que anunciar y denunciar hoy para preparar la llegada de Jesús?
¿Qué conversión pide hoy el Espíritu Santo? ¿Necesitamos realmente a Cristo para que nuestra vida adquiera más plenitud?

Un abrazo, mi oración y mucha salud. Antón

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Lectura orante del Evangelio: Mt 3, 1-12

Quiero pedir para vosotros el Espíritu Santo. Que el Espíritu Santo descienda sobre vosotros y podáis todos decir lo más pronto posible que el Espíritu Santo es vuestro amigo, vuestra luz, que él es vuestro maestro (Beato María Eugenio)

José Antonio Nieto (España)

Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.
Los profetas son los precursores de Jesús. ¡Cuánto los necesitamos! Con fuego del Espíritu y locura de amor por el pueblo agitan la vida acomodada, abren sin miedo caminos nuevos, avisan del riesgo de seguir adelante por inercia. Su grito, nunca acallado del todo, resuena también para nosotros: Poned en el centro a Jesús, abrid los ojos para mirarle, volved a él, permitid que os hable e ilumine vuestros problemas, interrogantes y sufrimientos, acoged su Evangelio. Los profetas nos invitan a convertirnos de todo corazón a Dios. Nos convertimos cuando dejamos espacio al consuelo que viene del Señor. Oramos dando gracias, dejándonos amar por el Señor. Ven Jesús. Consuélanos con María, la mujer que salió de sí misma para encontrarte. 

Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.
Los profetas proclaman en los cruces de los caminos: Preparad el camino del Señor, no estéis parados, poneos en camino para encontrar al Señor que os busca. Los profetas. Ellos nos invitan a soñar en lo que parece imposible. Sus mensajes, cargados de esperanza, rompen nuestras durezas, nos empujan más allá de tristezas y lamentos, invitan a desaprender para aprender. Abrimos el oído para escuchar este rumor imparable de la vida, con el que Dios quiere sorprendernos: Él es el Señor de las sorpresas. Ven Jesús. Enséñanos a vivir como María: en esperanza de Dios, desafiando toda desesperanza.

Dad el fruto que pide la conversión.
El fruto que pide la conversión a Dios es una compasión hacia todos, que transforme nuestras vidas en vidas samaritanas para curar las heridas de los que sufren. El fruto es el aprendizaje de un estilo de vida que acoge a los que piensan y creen de distinto modo que nosotros, para aunar fuerzas y trabajar juntos por la justicia, la verdad, la paz. El fruto es una melodía de esperanza con la que Dios nos hace capaces de poner amor donde no lo hay. El fruto abre caminos en el barro, afirma la libertad en la misma esclavitud, pone en marcha estilos de vida solidarios donde los más pequeños pueden respirar. El fruto es sentirnos llamados a una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría de Jesús (Papa Francisco).
Ven Jesús: fruto de salvación que nos viene de la Virgen María.

Yo os bautizo con agua… pero Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
Si el pozo no mana, nosotros no podemos fabricar el agua. Todo viene del fuego del Espíritu. Él es nuestro amigo. Con él todo es gracia. Caminemos juntos, pues, en la verdad y en la amistad, confiando humildemente en la ayuda de Dios (Papa León, Turquía).
en Jesús. Bautízanos con el Espíritu de María. 

¡Feliz Adviento! ¡Ven Señor, Jesús!
Un abrazo, mi oración y salud. Antón

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EVANGELIO DÍA A DÍA

Lunes, 1 de diciembre 
Al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho» Jesús le contestó: «Voy yo a curarlo». Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mí criado quedará sano…” (Mt 8, 5-11).
El centurión cree que una sola palabra de Jesús basta para sanar. Reconoce su indignidad y se abandona a la gracia. Jesús alaba esta fe y muestra que el Reino de Dios es universal, abierto a todos los que tienen el corazón disponible.
El Adviento nos invita a vivir en actitud de fe viva, confiada y sencilla, que acoge al Señor sin exigir pruebas y abre el corazón a su venida para toda la humanidad.
Tu Palabra, Señor, es mi fuerza y mi paz. Jesús, creo en Ti: ven y habita en mi corazón.

Martes, 2 de diciembre  
Lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla… Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar…” (Lc 10, 21-24).
Jesús se alegra en el Espíritu y bendice al Padre porque revela sus misterios a los pequeños y sencillos. Solo desde la humildad se puede acoger el Reino, reconocer al Dios que viene en lo oculto y lo humilde.
El Adviento nos invita a vivir agradecidos, sencillos y atentos, para reconocer la venida del Señor en lo pequeño y lo cotidiano.
Espíritu Santo, llena nuestra vida de tu alegría silenciosa.

Miércoles, 3 de diciembre.
SAN FRANCISCO JAVIER
“Tomó los siete panes y los peces, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete canastos llenos” (Mt 15, 36-37).
Jesús manifiesta su compasión curando y dando de comer, multiplicando lo poco que los discípulos ponen en sus manos. Cuando compartimos con amor, lo pequeño se convierte en vida para muchos.
En Adviento, estamos llamados a confiar en la providencia de Dios y vivir la generosidad. San Francisco Javier llevó el Evangelio a tierras lejanas, recordándonos que solo el amor de Cristo sacia el hambre y la sed del mundo.
Nuestra pequeñez, en tus manos, se transforma en esperanza y consuelo para muchos.

Jueves, 4 de diciembre  
Dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca… » (Mt 7, 21. 24-27). 
Edificar sobre la roca significa escuchar y poner en práctica su Palabra: orar con constancia, perdonar, cuidar vínculos, trabajar con honestidad y servir al que sufre. Las tormentas llegarán, pero la casa permanece si está cimentada en el Evangelio.
El Adviento es tiempo de gracia para afianzar nuestra fe en Jesús y revisar qué decisiones y prioridades sostienen nuestra vida cristiana.

Tu Palabra nos da esperanza. Ven, Señor Jesús.

Viernes, 5 de diciembre  
Dos ciegos seguían a Jesús, gritando: «Ten compasión de nosotros, hijo de David» Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo: «¿Creéis que puedo hacerlo?»  Contestaron: «Sí, Señor» Entonces les tocó los ojos, diciendo: «Que os suceda conforme a vuestra fe» Y se les abrieron los ojos…” (Mt 9,27-31).
Vivir la fe es confiar, clamar, perseverar y dejarnos tocar por el Señor en la oración, los sacramentos y en los hermanos. El que ha sido iluminado no puede callar: testifica con obras lo que Dios ha hecho y difunde su luz donde vive.
El Adviento nos invita a abrir los ojos a su venida y proclamar con alegría que su luz vence toda tiniebla.

Hazme testigo de tu luz en medio del mundo.

Sábado, 6 de diciembre  
“Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia. Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor» (Mt 9, 36-37).
Jesús se acerca a las multitudes con compasión: ve su cansancio, dispersión y dolor, y responde con ternura y misericordia. De su compasión nace la misión, que se vive con gratuidad, confianza y entrega, y que es la forma concreta de preparar su venida.
En este Adviento, el Señor nos llama a ser trabajadores de su mies: a llevar consuelo, esperanza, curación y alegría a los cansados y abatidos.

Señor Jesús, haznos trabajadores fieles de tu mies, servidores de tu amor y testigos de tu Reino de paz.