Ecuador

Lo que la itinerancia me enseno (EIV)

Trinidad Bonzano Cutti – Misionera Itinerante

Mi nombre es Trinidad Bonzano Cutti. Al empezar esta escritura quiero decirles que ya no estoy en el Equipo Itinerante de la Visitación (EIV). Pero justamente mi experiencia actual parte de haber caminado durante casi un año en este equipo itinerante conociendo las realidades de las fronteras latinoamericanas de Ecuador, Colombia y Perú, pueblos que viven constantemente agraviados por la violencia. Esta experiencia ha marcado en mí recuerdos imborrables, inolvidables, que me ayudan hoy a cambiar algunos aspectos de mi vida personal y mi poca visión frente a la vasta amplitud de la misión encargada por Jesucristo a sus discípulos(as) misioneros(as) de hoy. Antes de ir a esta misión no tenia idea de lo que me esperaba, ni qué encontraría en el caminar, sólo llevaba el ánimo y mi poca experiencia pastoral de evangelización con los monfortianos en un pueblo naciente llamado Huaycán, que hoy es la sede central de la Diócesis de Chosica en la zona Este de Lima, Perú. Aquí yo conocía a los habitantes, sabía de sus necesidades, buscaba acercarme para evangelizar, podía encontrar material necesario según el tema y contaba siempre con un lugar donde reunirlos, en otras palabras me era fácil.

Mi pequeña y nueva familia
Sin embargo el Señor me invitaba a vivir  una entrega más profunda dejando mis apegos de la ciudad y llevarme a las fronteras donde la palabra de Dios no llega fácilmente por la distancia y por ser tan alejadas de la pavimentación. Sé que no fue fácil para mí ni mi nueva familia, sin embargo era probarme a mí misma que tan comprometida era mi fe en Dios. En estos lugares empecé a tomar conciencia de mi compromiso como laica en medio del verdor de la selva lejos de mis seres queridos y de las comodidades materiales; conocer hermanos(as) que nunca había visto, compartir con ellos(as) sus sueños, sus tristezas y alegrías, convivir como ellos(as) con sencillez y humildad, la alegría y espontaneidad de los niños(as), recibir de estas familias la alimentación para reponer fuerzas, sentir la presencia de un Dios tan cercano en este ambiente donde la comunicación con Él es más profunda. Encontrar en ello(as) a mis padres y hermanos(as), entendí que cuando se está en manos de Dios nada te ha de faltar porque lo necesario Dios lo proporciona… aquí recordé el pasaje bíblico del Evangelio de Lucas 12, 24: ¡Aprendan de las aves; no siembran ni cosechan, no tienen bodegas ni graneros y, sin embargo, Dios las alimenta! ¡Ustedes valen mucho más!, este Padre amoroso nos cuidaba muy bien.

Ahora rememorando mis recuerdos puedo rescatar que estos hermanos(as) tienen tantas vivencias bellas que compartir con noso-

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tros(as) que vivimos en la ciudad, una de ellas es darse un tiempo a la escucha de la palabra de Dios  al llegar los(as) misioneros(as). En estas reuniones pudimos sentir sus necesidades espirituales y materiales que nos trasmitían. Recuerdo también con afecto la preocupación de amigos(as) misioneros(as) que con generosidad nos brindaron su apoyo por los lugares que fuimos visitando, las familias que nos acogieron dándonos lo mejor. Mis noches de oración profunda a Dios Creador en medio de la selva, las intensas lluvias, las caminatas a sol intenso, los momentos de compartir entre nosotros(as).

Estando en la ciudad es tan diferente , vivimos buscando nuestra comodidad, nunca tenemos tiempo para la palabra de Dios, siempre estamos a la carrera, todo está cronometrado, hemos olvidado la solidaridad como seres humanos, el amor, el dialogo están en el último lugar en las familias, nosotros(as) los(as) misioneros(as) de la metrópoli nos hemos habituado a vivir también de esta manera y me pregunto: ¿Qué siente Jesús al vernos así?, muchas veces yo misma me cuestiono por mi forma de vivir, pero sigo caminando con la esperanza de volver, y que este Equipo Itinerante crezca, que lo que se está haciendo sirva como ejemplo para otros(as) y hagan la misma experiencia; que la Sabiduría Eterna se encarne y fortalezca lo realizado hasta hoy, que podamos tomar nuestra cruz y seguir a Cristo Resucitado a ejemplo de muchos santos como San Luis María de Montfort.

 

Si queréis ayudar a Ecuador - Podéis dirigir correo y donativo a:

Procure des Missions Montfortaines
80 rue Beaunier
75014 PARIS

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