ORAR EL SANTO ROSARIO

Métodos para orar bien el Santo Rosario

San Luis María de Montfort

Roma, 21 de Noviembre de 2003

 

 

 

En el principio
existía la Palabra
Y la Palabra era Dios
Y la Palabra se hizo hombre
Y puso su Morada
Entre nosotros
Jn, 1,55

 

Para salvar a los hombres
halla un secreto admirable
se convierte en lo que somos
para hacernos lo que Él es.
Montfort,
C.T 64

 

 

2003-2004

«El fervor de nuestra plegaria y no precisamente su longitud a grada a Dios y le gana el corazón.
una sola Avemaría bien dicha es más meritoria que ciento cincuenta mal dichas.
Casi todos los católicos rezan el Rosario o al menos una tercera parte del mismo o algunas decenas de Avemarías.
¿ Por qué, entonces, hay tan pocas personas que se corrigen de sus pecados y adelantan de veras en la virtud?
¡Porque no rezan como se debe!» :
* SAR 116 *
San Luis María de Montfort

Una pequeña ayuda para
"Contemplar con María el Rostro de Cristo", Navidad 2003
 y para producir frutos de conversión y de santidad, Novedad 2004
Miguel Patiño H. smm
    
CÓMO ORAR BIEN EL SANTO ROSARIO
1. Disposiciones para orarlo bien
2. Contemplación del misterio y de alguna virtud
3. Métodos
 
Introducción
De nada nos sirve meditar en la excelencia del Santo Rosario gracias a los misterios y virtudes que contiene y a las oraciones bíblicas que le caracterizan, si esto no nos conduce a un compromiso de orarlo bien y frecuentemente, particularmente en familia y en comunidad, como también personalmente. Si queremos lograr los inmensos y maravillosos frutos de conversión, de perseverancia y de santidad que produce el orar el Santo Rosario, debemos esforzamos por hacerlo bien conociendo alguna metodología y posibilidades de ejecución variada, lo mismo que la naturaleza de esta oración y las intenciones especiales para las cuales el Rosario es especialmente eficaz.
 
3.1 Disposiciones para orarlo bien
 
El éxito de cualquier ejecución humana depende en más de un 80% de su preparación. También el éxito de la oración, sobre todo cuando ésta es en comunidad y además ya tiene una estructura especial como en el caso de la oración litúrgica y del Rosario. Las improvisaciones hacen las cosas ineficaces y rutinarias. Es cierto que ora sobre todo el corazón, ora el que ama, ora el que llora, ora el que cree... y amar y creer y llorar, deben ser cosas que brotan como naturales y espontáneas. Sin embargo, uno se prepara cuando va a una cita con alguien... Además, la oración también es un arte que requiere aprendizaje y calidad de realización. Un arte que se puede mejorar.
San Luis María de Montfort, sabio pedagogo decía: «El fervor de nuestra plegaria y no precisamente su longitud agrada a Dios y le gana el corazón. Una sola Avemaría bien dicha es más meritoria que ciento cincuenta mal dichas. Casi todos los católicos rezan el Rosario o al menos una tercera parte del mismo o algunas decenas de Avemarías. ¿Por qué, entonces, hay tan pocas personas que se corrigen de sus pecados y adelantan de veras en la virtud? ¡Porque no rezan como se debe!» SAR 116.
 
Me permito recurrir de nuevo a la experiencia de san Luis María quien en la VD nos da unas orientaciones muy prácticas para orar bien:
 
l. Con la buena y recta intención de agradar a Dios sólo, unirse a Jesucristo, nuestra meta final, y edificar al prójimo;
2. Con atención, sin distracciones voluntarias
3. Con devoción, sin precipitación ni negligencia
4. Con modestia y compostura corporal respetuosa y edificante. VD 117.
 
3.2 Contemplación del misterio y de alguna virtud
En su Exh. Apost. RVM, el Santo Padre promovió el Año del Rosario presentando esta oración sobre todo como "una oración marcadamente contemplativa."; "Sin la contemplación el Rosario... corre el peligro de convertirse en una mecánica repetición de fórmulas... y en una vana locuacidad..." RVM 8.
 
«Por su naturaleza el rezo del Rosario exige un ritmo tranquilo y un reflexivo remanso, que favorezca en quien ora la meditación de los misterios de la vida del Señor, vistos a través del corazón de Aquella que estuvo más cerca del Señor, y que desvelen su insondable riqueza", RVM 12.

El método propuesto por san Ignacio de Loyola ayuda mucho. Consiste en lo que él llama la 'composición de lugar', es decir, me imagino la escena del misterio que se enuncia y me detengo mirándola atenta y devotamente, como haciendo parte de ella y en compañía de la Virgen. La contemplo de manera inteligente preguntándome a qué me compromete este misterio, qué tiene que ver con mi vida personal de discípulo de Cristo, con mi vida de familia, y en comunidad. Miro alguna virtud especial contenida en este misterio para pedir la gracia de vivirla.
 
Recordemos que:
1. Contemplar es mirar, recordar y admirar.
2. Contemplar es detenerse en silencio.
3. Contemplar es configurarse.

La contemplaci ón debe llevarnos a la configuración a Cristo con María.
 
«El Rosario nos transporta místicamente junto a María, dedicada a seguir el crecimiento humano de Cristo en la casa de Nazaret. Eso le permite educamos y modelamos con la misma diligencia, hasta que Cristo «sea formado» plenamente en nosotros (cf Ga 4, 19). ... Es el principio iluminador expresado por el Concilio Vaticano n, que tan intensamente he experimentado en mi vida, haciendo de él la base de mi lema episcopal: Totus tuus. Un lema, como es sabido, inspirado en la doctrina de san Luis María Grignion de Montfort, que explicó así el papel de María en el proceso de configuración de cada uno de nosotros con Cristo: «Como quiera que toda nuestra perfección consiste en el ser conformes, unidos y consagrados a Jesucristo, la más perfecta de la devociones es, sin duda alguna, la que nos conforma, nos une y nos consagra lo más perfectamente posible a Jesucristo. Ahora bien, siendo María, de todas las criaturas, la más conforme a Jesucristo, se sigue que, de todas las devociones, la que más consagra y conforma un alma a Jesucristo es la devoción a María, su Santísima Madre, y que cuanto más consagrada esté un alma a la Santísima Virgen, tanto más 10 estará a Jesucristo».(VD, 120). De verdad, en el Rosario el camino de Cristo y el de María se encuentran profundamente unidos. ¡María no vive más que en Cristo y en función de Cristo! (RVM 15).»
 
3.3 Métodos
 
Metodología general
Además de la preparación inmediata enseñada por san Luis María, conviene, siguiendo a san Luis María y al mismo Papa Juan Pablo ll:
 
1. El enunciado del misterio y ojalá que al enunciado siga la proclamación del pasaje bíblico correspondiente. Al proclamarlo considerar esa palabra no como simple información sino como «Palabra de Dios pronunciada para hoy y para mí; es decir, hay que dejar hablar a Dios», RVM 26.
 
2. El silencio. «La escucha y la meditación se alimentan del silencio. Es conveniente que después de anunciar el misterio y proclamar la Palabra, esperemos unos momentos antes de iniciar la oración vocal», RVM 31.
 
3 Proclamación pausada e inteligente del Padre Nuestro y de las Avemarías. San Luis María destaca este aspecto que ayuda a unir recitación con cabeza y corazón y a proseguir la contemplación del misterio. (Ver SAR 127: Detén querido cofrade del Rosario, tu natural precipitación al rezarlo. Haz algunas pausas en medio del Padrenuestro y del Ave maría...).
 
4. El marco monfortiano. Generalmente el Rosario es enmarcado por una oración de introducción para implorar la limpieza de corazón y la devoción, y una oración de conclusión que refuerza nuestra relación de confianza y dependencia de María para ser más de Jesús y de Dios. En este sentido me encanta mucho el marco monfortiano en el que san Luis se atreve a hacemos decir: "Me uno a ti, Jesús mío para alabar dignamente a tu santísima Madre y alabarte en Ella y por Ella" Y luego expresamos la voluntad de renunciar a las distracciones y de orarlo con 'atención y devoción como si fuera el último de nuestra vida'. Se hace la profesión de fe y se honra a cada Persona de la santa Trinidad, meta del culto cristiano.