Lunes, 18 de agosto
“Vente conmigo” (Mt 19,22).
Jesús te invita a ir con él, para remar mar adentro en busca de aguas más profundas. Te llama a ir más allá de lo que puedas hacer de bueno; te ofrece su presencia de amigo. La observancia de leyes no te da la madurez, te la da el encuentro con Jesús y con los demás. En la intimidad puedes conectar con lo que Jesús vive y con su modo de vivir las cosas.
La tienda de Jesús está llena de hermanos. Descubre las huellas de Dios en ellos.
Martes, 19 de agosto
“Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos” (Mt 19,23).
Dios no entra en un corazón que no le abre la puerta. Dios no entra en un corazón que está lleno de otras riquezas. Se queda fuera, esperando. Haz la experiencia de buscar a Dios sin nada, en silencio, en soledad. Déjale abierta la puerta de tu corazón.
Te hago sitio, mi Dios. Me asombra tu amor. Tú eres mi riqueza. Mi soledad, contigo, ya es sonora.
Miércoles, 20 de agosto
“Id también vosotros a mi viña” (Mt 20,7).
El servicio es respuesta a un llamamiento gratuito. Ni la cantidad o calidad del servicio, ni la antigüedad o diversidad de funciones, ni el mayor o menor rendimiento, crean situaciones de privilegio. El estar en la viña de Dios es la mejor paga. Acoge en tu corazón la invitación que te hace Jesús. Hay mucho que servir en medio de la comunidad. Ponte el delantal y empieza.
Quiero trabajar en tu viña, Señor. Quiero servir a mis hermanos. ¡Gracias por contar conmigo!
Jueves, 21 de agosto
“A todos los que encontréis, llamadlos a la boda” (Mt 22,4).
El banquete de bodas es signo de la comunión gozosa |
de Dios con la humanidad. Pero ¿quién acogerá esta invitación de Jesús en un mundo acostumbrado a la ausencia de Dios? La mayor parte de los invitados rechaza la invitación, prefiere vivir al margen de Dios. Aprovecha tú estos minutos para acoger esta invitación gratuita a dejarte querer por Dios.
Conviérteme en pregonero de tu fiesta, Dios mío, donde hay flores y danzas, pan para todos.
Viernes, 22 de agosto
SANTA MARÍA VIRGEN, REINA
“Amarás al Señor tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22,39).
Dios lleva a todos los seres humanos en su corazón. No se puede amar solo a Dios, sin amar a los hermanos. Las dos realidades pertenecen a la misma moneda. No seas una persona distinta cuando estás con Dios que cuando estás con los demás. Lo que eres ante tus semejantes, eso eres ante Dios.
Cuando voy a tu encuentro, Señor, Tú me señalas a los demás. Cuando miro a los pequeños, ellos me señalan tu corazón.
Sábado, 23 de agosto
“Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar rabbí, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos” (Mt 23,8).
Jesús insiste en la igualdad de todos los discípulos. Ninguno es más que nadie. Ninguno es menos que nadie. Los dones de cada uno no son para marcar diferencias, sino para embellecer la vida de la comunidad. Trata de vivir el día de hoy sin compararte ni medirte con nadie. Abre tu mano izquierda para acoger los dones de los que viven cerca de ti. Abre tu mano derecha y reparte lo que Dios te ha dado.
Gracias, Señor, por el regalo de la Iglesia. Gracias, por su belleza y ternura. Gracias por ese espacio en el que todos somos hermanos. |